Lloviendo y tú sin verme, pero dejo que las gotas se resbalen, que paseen como en un luto silencioso en esta tarde.

Las miramos desde aleros diferentes y ellas lloran transcurriendo en su desidia.

Me pregunto, si el dolor se capturase en un instante y la impotencia cristalizase en una gota de un segundo, si sabrías que en una lágrima mía estaría contenida toda la lluvia de este octubre.

Te doy mi calor, mi ternura y este olor a mojado que envuelve mi calle, para que cuando mires la lluvia, recuerdes que las gotas de  lluvia no duelen, porque las encerré en una lágrima y ya  no tienen salida.