​Blanca, la Navidad, como aquella caricia inocente, ¿la recuerdas?

Suave, liviana, tu mano de harina.

Blanca, tu sonrisa en el gesto con ese caramelo de tus ojos sonriendo, rellenos de miel, que eran mi regalo de consuelo.

Blanca tu piel y tu pelo. Y esas ondas que peinabas como de nieve rastrillada.

Cuando llega Navidad y montañas de tarjetas y de imágenes deslumbran adornadas con la nieve… entonces te recuerdo, y siento que te extiendes, que rebosas, y te encuentro.

Blanca, siempre, abuela; siempre dentro.