Regresas a darle a la flor de azahar algún motivo.

Estás a la distancia justa de un latido, del impulso de mis versos que hoy son tuyos.

El frío de la calle es un muerto que yace en la esquina.

Subirá el rastro de tu nombre en el perfume que deja la huella de la maleta.

Se arrastra esta tarde y dibuja en el cielo una mezcla de azules y grises siniestros.

Tengo un pedazo de espejo en mis ojos que recuerdan tu mirada.

Y me siguen tus pisadas, delicadas, como un eco amortiguado.

Hoy el azul es más pálido.