(fotografía por gentileza de Manuel Barragán)
Que no, que no, no se lo cuentes al mar que me encelo.
Cuando lleguen las nubes borrascosas; da un golpe a mi puerta, sacúdete un trueno, y yo dejaré mi vida atada de un hilo para ir a tu encuentro.
Correré desnuda de tiempos y, con un pincel de color celeste, pintaré de nuevo tu quebrado cielo.
Pero no le llores al mar, por favor, que con él no puedo, que no alcanzo a ser tan fuerte y tan brava, y ni mis caricias tienen esa magia que tienen sus olas al besar la orilla.
Llámame si un día, ese gris de plomo, te hunde la frente, que lo dejo todo, pero al mar no le digas que te sientes solo.
Bajo mi paraguas que alberga esperanzas, dos ojos rendidos, como dos cometas fugaces, rozan ese cielo.
Momento inefable, intenso e inmenso, y el mar a su lado parece pequeño.
12 febrero, 2017 at 12:24 pm
Momento inefable, intenso e inmenso, y el mar a su lado parece pequeño. Me encanta.
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12 febrero, 2017 at 3:20 pm
Gracias, Justo.
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