(Fotografía de Manuel Barragán)

La fuente me habla de ti continuamente.

Es tu voz ese hilo de agua en mi boca sedienta.

Se guarecieron aquellas palabras, entre la noche de mi pelo, acariciando mi oído.

Lame mi recuerdo tu memoria y te desliza hasta mi lado.

Mana en un adagio perfecto cada sílaba en tu aliento.

Evoco las miradas dando luz a tus palabras y, tus manos, son dos remos en la orilla de mi cuerpo.

Susurra el agua su beso lento, suave corriente de labios prudentes.

Miro la fuente aunque sé que mi sed ya no se sacia,

porque el agua ya no es agua,

es tu voz que se derrama con un grito de deseo.