La esperanza de tus dedos en mi pelo, solo eso,

y, después, que desgrane el día su tiempo consternado y lleno de gemidos:

La política y las miserias descargando baterías.

Todo absurdo, periférico y lejano,

a la sombra de tus dedos y tus labios.

El sábado amenaza lluvia,

y ese gris de futuro inmediato se cierne en el ocaso de tu voz.

Llévame al destino de un relámpago,

enciéndeme en tus ojos, elévame a la enésima potencia y, después…

Que se abra el suelo,

que el cielo transparente lo invisible,

que los árboles desperecen su ramaje

Y el aire incendie esta estúpida rutina de relojes tiranos.
Yo solo quiero, mi amor,

el roce de tus labios

y las yemas de tus dedos en mi pelo salvando mi naufragio.