Sabes que lo mío con el agua es obsesión:

En las fuentes,

en los ríos,

en el mar

y, hoy, en la lluvia.

En cada pétalo de cristal

te siento.

Es la analítica de tus besos,

el pulso de tus labios en mi piel.

Te deseo.

Y llueve, ¿sabes?,

llueve, despacito,

como lo besos primeros que entregamos

dilatando la furia desatada entre tu cuerpo y mi cuerpo.

Miro, y aún sigue lloviendo, como si no cesase el preludio.

Derramas tu mirada en cada gota,

y tu sonrisa se refleja en la farola  de la calle.

¿Ves? Te diluyes en el agua y te acercas al cristal de nuestra alcoba.

Una lengua de lluvia dibuja tu boca, y las flores sedientas te llaman.

Es catorce de marzo y las gotas de lluvia,

cuando abro el cristal,

me acarician las manos.