(Imagen de Cris Parejaa)

Cómo olvidar el rastro peregrino que dejan tus dedos,

las bocas,

los miembros con hambre,

los desarrapados segundos pulsados,

la arquitectura nerviosa

de cada caricia,

el ángulo generoso de tu sonrisa,

tus ojos fijos

como un reloj parado,

como un faro

alumbrando mis pupilas,

tus manos de azada

labrando mis surcos

y tu pecho latiendo

en un compás

que recorre a la inversa

las agujas del reloj.

Apenas te vas

ya me dejas muerta.