(Imagen de Cris Parejas)

 A veces,

mi intensidad te envuelve

y te quedas perplejo

porque no sabes contenerme

ni en el espacio ni el tiempo.
Entonces, caen las cortinas

de nuestro encuentro

como pesados párpados,

y descubres en mí

la sorprendente luz

de tu universo.
Nos convertimos en llama

Y flambeamos el momento.

Solos, tú y yo,

sin segundos ni centímetros

entre tu cuerpo y mi cuerpo.
Rasgando el reloj,

apretando con los puños

el instante

para conservar el silbo,

irreparable, del aire

que sirve de lamento.
Y llorar sin miedo

y sin complejos,

vaciando el cauce

que sujeta este tormento.