(Imagen de Cris Parejaa)

¿Y si mañana no somos,

no estamos

y no nos guarecemos?

No quiero ni imaginar

los trazos de tus letras

fuera del margen

de mis renglones.

Esta angustia,

si lo pienso,

centrifuga todo aquello

que fue nuestro.

Me hiere la árida esquina

donde nos esperábamos

porque el sol

se ha comido el color

de la pared de entonces.

Paseo mi mirada

y a mis pestañas

les duele tu ausencia;

minúsculos cristales

me atraviesan

intentando zafarse

de nuestros recuerdos.

Lánguida mi falda

pegada a mis muslos,

sellada, como nuestras bocas,

en un pacto de amor

tan firme como eterno.

La paradoja consiste

en extrañarte

de una manera

consciente,

y al mismo tiempo

tener la certeza

de que no me faltas

ni un solo segundo

en la mente.