(Imagen de Miguel Rodríguez Nunez)

Partir: yéndote y rompiéndome.

Así recogí mis alas

y me suspendí en un silencio

con una anestesia impuesta.

Contemplo el despliegue

de tus alas

y me duelen los capilares

que te  brotan

como trémulos afluentes

dibujados en el mapa

de tu infancia.

Un vigía en la distancia,

un sol en el ocaso

y te marchas.

Así, como se va perdiendo

el perfume de la ropa

recién planchada.

Así como se me borra

el carmín de los labios.

Apenas, sutil,

te alejas de mis manos.