Hay días en los que parece
que se agrandan las variables
espacio y tiempo.
Entonces, te alejas
de manera desmedida
y el tiempo late
infinitamente eterno.
Ya no entran a formar parte
el resto de fragmentos
del universo.
Se diluyen y después se cristalizan.
Se clavan
como agujas incesantes
en un baile de cuchillos afilados.
Inexorable es la palabra
que retumba como una sentencia.
Y en ella te meces,
sucumbes a una melodía extraña.
Y bailamos
como dos figuras
resignadas a un minúsculo
pedazo de baldosa.
Y nos vence
el tiempo y sus adeptos;
los estúpidos segundos
que jalean, una vez más,
la ligera sombra
de este eterno desencuentro.

Inexorable

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