Sé que algún día, muy pronto,
me matará un poema.
Como una ola negra
me tragará de golpe.
Vendrá a llamarme a rastras,
con los nudillos secos,
y el cristal de la alcoba
se crispará del miedo.
El cristal, solamente,
como un espejo viejo
cuarteará mi memoria
en cada trozo muerto.