Todo nos va a sobrar, amor,
hasta la piel y los huesos.
No hay profundidad más sorda
para enterrar el silencio
que en la humedad de mi cuerpo.
La luz, que se filtra
por los minúsculos ojales
de las persianas,
baja la guardia.
Hambre en mis dedos
y en mis dientes.
Sed de tus días,
girasoles que buscan mi voz
y acarician mi pelo.
Te perfuma mi lengua
dejando mi rastro
como huellas de pisadas mojadas.
Cuántos centímetros cuadrados de deseo
y qué poco tiempo.